Un día el despertó, y se acordó que lo había pateado un caballo.
Cuando fue a ver al negro, este no estaba y el sábado que le siguió tampoco.
Nabo estaba sentado cuando de repente un hombre le hablo, quien le dijo que le estaban esperando en el coro, Nabo sacudió la cabeza, no sabia que pensar, aunque no le parecía extraño que lo esperen en un coro, ya que el cantaba para distraer a los caballos y para distraer a la niña muda, pero ella estaba en otro mundo, en el mundo de la sala, sentada con los ojos fijos en la pared.
Nabo fatigado le dijo, que quería saber donde estaban los caballos, pero el hombre solo le dijo que ellos no estaban y que solo les interesaba llevar al coro una voz como la de el. Nabo se quedo dormido en la hierva.
Nabo siguió llendo a la plaza, aunque el negro no estaba ahí, este se convenció de que no volvería cuando fue reemplazado, por otro saxofonista y no volvió a la plaza.
Nabo acostado todavía sentía el olor a la hierba húmeda, y el hombre lo observaba en un rincón, diciéndole que lo esperaban y que tenia dos años de estar durmiendo. Nabo cerro los ojos.
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